“Dormía y soñé que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría” ( R. Tagore).

Esta cita del poeta hindú, describe a la perfección la alegría de ser útil a los demás. Estar al servicio del prójimo es la mayor dignidad que encuentra el ser humano. El servicio voluntario y por amor, sin esperar nada a cambio nos hace crecer en humanidad. Servir por obligación, y a veces incluso por la contra-prestación de un salario, puede ser hasta humillante. En cambio el servicio fraterno y altruista nos engrandece como personas.

El voluntariado está formado por un grupo de personas a los que les gusta más servir que ser servidos. Podríamos medir el grado de dignidad de un pueblo por la calidad de su voluntariado.

En nuestra sociedad cada vez cobra más fuerza la importancia del voluntariado. Con ello se

fomenta la cultura del dar frente a la del tener, a la gratuidad y la solidaridad, que tanto echamos a veces en falta y que es imprescindible par salir adelante y progresar.

El trabajo que desarrollan los voluntarios es de extrema importancia y de gran valor y bien ejecutado es ejemplarizante y de extrema necesidad para una sociedad tan necesitada de estas virtudes de generosidad y entrega, en medio de un ambiente egoísta e insolidario.

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