Llega de nuevo, como cada año, la fiesta del trabajo y podemos oír y leer las proclamas de todas las organizaciones sindicales y asociaciones afines, en lasque los autores se muestran estupendos ante la problemática del mundo laboral, muy dignos reclamando derechos.

Yo hace años que no presto atención a estos comunicados, ya lo hice con las primeras que conocí, y no lo hago porque me parecen parcialmente injustos, cuando no, verdaderas soflamas y panfletos.

Porque ¿se acuerdan en ellas de los trabajadores desempleados? Y si se acuerdan, ¿ qué hacen para impedirlo?, ¿sólo revindicar?, ¿ no toman la iniciativa para crear empleo, qué empleo están activamente creando, más allá de la mera protesta?. ¿ Se acuerdan de los trabajadores autónomos?, o de emprendedores o incluso empresarios, que son también trabajadores y nunca opositores en el trabajo.

El sabio refranero español nos aclara muchas cosas “ a Dios rogando y con el mazo dando”, “obras son amores y no buenas razones”…sin duda muchos más, pero me quedo con este de las obras para poner de manifiesto, que no podemos dejar en manos de los demás lo que deberíamos hacer todos.

No hay empleo, o mucho del que hay es precario, ¿pero procuramos en la medida de nuestras posibilidades en la creación de empleo y de empleo digno?. Seguramente no, y somos o meros espectadores o simplemente re-vindicadores sin el menor compromiso y sólo de cara a la galería.

En “Conviviendo Unidos”, tenemos como uno de nuestros objetivos la inserción socio-laboral. Estamos comprometidos en la ayuda para la consecución de empleo y lo hemos comenzado a implementar, y hay que decirlo, todavía sin ninguna ayuda oficial, con la que sí cuentas las organizaciones que se manifiestan estos primeros de Mayo. También trabajamos en la puesta en marcha de “empresas de inserción”, ya hemos comenzado con la primera, que ojalá sea una pronta realidad, y estamos abiertos a aprovechar las ocasiones que se nos presenten para de una forma efectiva, crear empleo de calidad, no por altruismo, sino por convicción y con las pautas de una “Economía de Comunión”, que no sólo debe darse en entornos familiares, sino que es también posible en entornos, donde la fraternidad ( esta palabra a la que algunos obvian, porque les debe dar vergüenza pronunciarla) y la gratuidad sea una realidad.

“No tengáis miedo”, esta frase tan repetida en la historia de la Iglesia, de Jesús a Pedro y a los apóstoles, del ángel a María, de San Juan Pablo II al comienzo de su Papado nos tiene que animar a acometer empresas, que ayuden a colectivos en precariedad y riesgo de exclusión sin miedo al fracaso y con la esperanza del éxito para los beneficiados a los que podamos alcanzar.

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